Colaboraciones experimentales en AIBR
La Asociación de Antropólogos Iberoamericanos en Red organiza el I Congreso Internacional de Antropología AIBR bajo el lema “El Ser Humano: culturas, orígenes y destinos”, que se celebrará en Madrid entre el 7 y el 10 de julio de 2015. Aquí podéis descargar el programa en PDF.
El día 8 de julio de 9:00 a 11:00 y de 11:30 a 13:30 en el Aula Magna de la Facultad de Psicología de la UAM, organizamos un par de paneles especiales sobre las Colaboraciones experimentales con el objetivo de discutir con proyectos afines e inspiradores. Os dejamos por aquí el resumen de la sesión y de cada una de las intervenciones.
I: Más allá de la observación participante (9:00-11:00)
Introducción al panel a cargo de Adolfo Estalella (CSIC) & Tomás Sánchez Criado (UOC)
La observación participante y sus técnicas se ha convertido en piedra de toque de la producción de conocimiento antropológico a lo largo del último siglo. Sin embargo, nuevos imperativos éticos para el trabajo de campo o el desarrollo de etnografías en contextos expertos han llevado recientemente a explorar modos colaborativos en la etnografía. En este panel quisiéramos explorar cómo podría ser una etnografía que articulara colaborativa y experimentalmente su producción de conocimiento en el trabajo de campo. Quisiéramos explorar modos etnográficos a los que nos vemos abocados en entornos peculiares en los que las personas con las que trabajamos tienen un arsenal de prácticas reflexivas y dispositivos de producción de conocimiento análogos a los de nuestra propia disciplina. Modos que necesitan de una mayor implicación, si no una colaboración directa, en la producción exploratoria de conocimiento o en el desarrollo de diferentes formatos y ejercicios articulatorios para dar cuenta de “lo que pasa”. Designamos a estos modos con el nombre de ‘colaboraciones experimentales’. La presente propuesta plantea un doble panel: (i) Más allá del a observación participante: donde pretendemos desarrollar y discutir empíricamente qué nuevos modos etnográficos se abren en las colaboraciones experimentales; y (ii) Otra pedagogía para la antropología: donde queremos explorar cuáles son las posibles vías para repensar o reequipar la pedagogía de una etnografía capaz de abrirse a las colaboraciones experimentales en el campo. El panel reúne a antropólog*s y a diferentes investigador*s artístic*s y culturales que en diferentes proyectos de investigación han venido llevando a cabo procesos de investigación etnográficos o para-etnográficos de contornos colaborativos y experimentales. Con ellos pretendemos establecer un diálogo que explore y analice la articulación de formas de colaboración experimental para la antropología en un trabajo de campo etnográfico compartido.
Título de comunicación: Cobayas que mapean la colaboración.
Panelista: Ricardo Antón (ColaBoraBora)
¡Eh! Sí, somos nosotras las cobayas. Vuestro sujeto de estudio, ratas callejeras. Sin doctorados, sin artículos publicados, sin patentes, sin chiquipuntos para el carnet de investigadora. Activistas, amateurs, paracientíficas, emprendedoras, inquietas agentes de la sociedad civil (des)organizada, que colaboramos, articulamos redes multi-inter-trans-in-disciplinares, generamos inteligencia colectiva… Queremos ir más allá de la observación participante, ridiculizar la idea de etnografía activista. No sólo se trata de que las investigadoras participéis de la situación que investigáis, sino que también los sujetos de estudio sean considerados investigadores. Salir de la lógica del sistema: ¿sabotearla, hackearla, apropiárnosla? Ser ello, en todo caso, como estrategia y no como fin. No aspirar a su reconocimiento-legitimización; sino encarnar la precariedad, la vulnerabilidad, la desautorización; para proyectarnos hacia un futuro (presente) basado en otros parámetros e indicadores, otras formas de excelencia, otras maneras de constituir el corpus investigador. Entendernos como parte de un entorno de aprendizaje compartido en el que distintos agentes -a la vez que se reconocen y establecen redes de confianza-, investigan y experimentan sobre cuestiones concretas que les interesan, de manera (in)formal. Podemos compartir algunos casos, que desde sus luces y sombras, quizá sirvan como posibilidad desde la que seguir construyendo y colaborando. Nosotras podemos hablaros de Hondartzan: (1) una serie de encuentros entre 2011 y 2014, de distintos formatos (online y offline); (2) una excursión por las intrincadas rutas de la colaboración con gran cantidad de agentes locales, explorando tanto dinámicas de las personas convocadas como otros proyectos o prototipos que nos han servido de inspiración; y (3) un mapa de conflictos recurrentes y parabienes significativos de la colaboración, señalando los retos más relevantes de este viaje, para tratar de afrontarlos colectivamente.
Título de comunicación: Etnografía participativa como necesidad, oportunidad y ¿colaboración política?.
Panelista: Francisco J. Maya-Rodríguez, Luis Berraquero-Díaz & Francisco J. Escalera-Reyes (Universidad Pablo de Olavide)
Partiendo de los resultados de una investigación colaborativa llevada a cabo en Sevilla entre activistas e investigadores, la propuesta reflexiona sobre las oportunidades y potencialidad de la etnografía participativa tomando para ello tres ejes: (1) el carácter participativo y procesual de las metodologías participativas; (2) el reconocimiento de las asimetrías entre sujetos y objetos de investigación; y (3) el soporte, la difusión y titularidad del conocimiento co-producido. La actual crisis sistémica en España está suponiendo la extensión de la precariedad a todos los ámbitos de la vida. Esta situación, sin embargo, también acelera la emergencia de nuevas formas de acción social, económica y política que pivotan entre la desconfianza de las instituciones “tradicionales” del capitalismo tardío (partidos, sindicatos, empresas u ONGs) y la reapropiación de algunas de ellas desde otras perspectivas. Son activismos que proponen modelos de producción, consumo, organización, creación, acción, familia, etc., alternativos a los desarrollados en el post-fordismo. Para ello emplean una lógica pragmática que busca cubrir necesidades consideradas básicas, integrando en ella principios teoréticos y éticos, entendidos como objetivos en sí mismos. Configurados como comunidades de práctica, estos activismos despliegan ontologías políticas propias sustentadas en referentes propios o “locales”, pero también extraídos de contextos académicos, científicos o expertos. No sólo debido a que presentan altos grados de creatividad e innovación, sino porque rehúsan mostrar una actitud pasiva a la hora de ser investigados, estamos ante un contexto que requiere un giro hacia la apertura de la metodología etnográfica clásica. Esto implica –entre otras cuestiones– el reconocimiento de los grupos investigados como sujetos activos en la producción de conocimiento, así como replantear las formas tradicionales del “estar allí” etnográfico y los lazos sobre los que se fundamenta.
Título de comunicación: EL ETNÓGRAFO TRANSCRIBIENTE: LA TRANSCRIPCIÓN-DIGITALIZACIÓN COMO ESTRATEGÍA DE EXPANSIÓN PERFORMATIVA DEL ARCHIVO ETNOGRÁFICO.
Panelista: Pablo Hoyos (Universidad del Claustro de Sor Juana, México)
Dándole la vuelta a la famosa frase de Bartleby, y llevada a un contexto de trabajo etnográfico en el que nuestro rol pasa del antropólogo clásico al del acompañante, cuyas notas pasan por la transcripción y/o digitalización de las apreciaciones de actores en condiciones específicas, el etnógrafo escribiente diría “preferiría sí hacerlo”. El sí se apoyaría en dos motivos complementarios, (1) su registro genera un archivo de inscripciones a través de los cuáles se preservan acontecimientos y testimonios que de otra forma no serían reconocidos, y (2) por el mero hecho de archivar estas notas, los acontecimientos y testimonios serían producidos. La presente conferencia se yergue sobre la reflexión anclada al segundo motivo del sí, a través del trabajo de campo realizado en el Centro Varonil de Reinserción Social, CEVARESO, Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México, en el marco de un taller de performance en el que los participantes decidieron ser escritores. El rol del etnógrafo pasó a ser el transcriptor-digitalizador de las textualidades producidas a mano por los escritores para en la recopilación de estas escrituras literario-testimoniales llevar a cabo la edición de una plaquette que le fue entregada, devuelta, a los participantes para que éstos la distribuyeran a libre disposición. Debido al carácter de los textos, el _etnógrafo transcribiente_, en su labor, tuvo que atender a los modos de escribir “maltrecho” de cada escritor, por lo que para ser fiel al material hubo de modificar los comandos del programa del software, así como los aprendizajes propios vinculados con la buena escritura. La escritura “maltrecha” de los participantes es una escritura política, donde más allá del corrector ortográfico del software, nosotros, académicos, tendemos a corregir en la lectura las “faltas”, donde los textos piden, demandan, una lectura corporal, táctil, a menudo incómoda, ya que casi hay que pasar por entre las letras, las sintetizaciones vocálicas y consonánticas. En estas escrituras, podemos encontrar una longitud de onda que atiende a un complejo de relaciones sociales que suelen ser omitidas tanto por las instancias jurídicas, las evaluaciones psicológicas, como por el sistema carcelario (Wacquant, 2010). Al sumarse al estas escrituras “maltrechas” al archivo, lo pluraliza, lo abre, no sólo por la forma “vulgar” o “coloquial” de su contenido sino porque antes de haber sido archivadas, no formaban parte de él, contribuyendo a la expansión performativa del archivo.
Título de comunicación: Airear la antropología: un campo experimental.
Panelista: Adolfo Estalella (CSIC)
La presente comunicación relata el itinerario etnográfico compartido con varios colectivos de arquitectura e investigadores culturales en los últimos años. Un trayecto temporal y geográfico por la ciudad de Madrid que transita por diversas sitios donde la ciudad se torna en un objeto de aprendizaje y cuyo proceso ha abierto la posibilidad para re-aprender el trabajo etnográfico en términos de lo que designo/amos como una colaboración experimental. Con ello me/nos referimos a un modo etnográfico que desplaza la práctica epistémica de la observación y la relacionalidad caracterizada por la participación por lo que llamo una colaboración experimental, una modalidad de trabajo de campo que articula su relacionalidad mediante la colaboración y su producción de conocimiento a través de la experimentación. No deberíamos entender tal experimentación como un entorno artificial en el cual el antropólogo hace del otro un sujeto del experimento; lo experimental es aquí la condición de un campo caracterizado por la construcción conjunta de ambientes para la producción de conocimiento. La antropología ha señalado su origen mítico en el trabajo de campo que realiza Bronislaw Malinoswski en las islas Trobriand hace exactamente un siglo (entre 1915 y 1916). El antropólogo describió años después este como un intento por desarrollar una “antropología abierta al aire” (“open-air anthropology”). El tránsito urbano de ese largo itinerario etnográfico por la ciudad que he descrito desdibuja la condición del campo etnográfico como lugar para la producción empírica y lo torna literalmente en el sitio paradigmático para la producción de conocimiento antropológico. Un ejercicio que airea de nuevo la antropología cuando hace de ella un ejercicio experimental compartido con nuestras contra-partes en el campo.
II: Otra pedagogía para la antropología (11:30-13:30)
Título de comunicación: Cacharr(e)os etnográficos: ¿“En torno a la silla” como prototipo para las colaboraciones experimentales?
Panelista: Tomás Sánchez Criado (UOC) & Arianna Mencaroni (UAB)
Desde noviembre de 2012 participamos activamente como documentadores, community manager y realizadora audiovisual respectivamente, en “En torno a la silla”, un proyecto de auto-construcción y diseño libre de productos de apoyo desde la filosofía de la diversidad funcional. Lo que en un origen comenzó como una etnografía al uso sobre el “diseño participativo de tecnologías de cuidado” acabó convirtiéndose en un dispositivo o cacharro experimental para la investigación colaborativa sobre los procesos de cacharreo. Dada la presencia de miembros del Foro de Vida Independiente –cuyo lema es “nada sobre si nosotros sin nosotros”–y la trayectoria activista del resto de personas involucradas, cualquier interés en el fenómeno necesitaba que nos colocáramos en otro sitio, y quedó claro que no tenía sentido de otra forma que no fuera “en común”. Investigar en este entorno requirió de un “cacharreo de las experticias” en el que nuestras competencias como documentadores se han puesto al servicio de la exploración común de un ámbito que ninguno de los colaboradores conocíamos bien o desde la misma posición, creando diferentes interfaces multimedia de registro para pensar acerca de lo que pasaba “en torno a la silla”, como: un blog y diferentes social media donde se ha venido registrando en abierto el proceso de diseño y las alianzas establecidas; o un proceso de documentación en vídeo con la intención de convertirse en un documental interactivo ‘libre’, con entrevistas a expertos y activistas, así como relatos de vida de diferentes cacharreros. En esta comunicación quisiéramos reflexionar sobre el interés de este cacharreo etnográfico como prototipo colaborativo/experimental, analizando los retos que plantea la documentación y visualización colaborativa de estos procesos de diseño abierto, así como prestando atención al papel que nuestros relatos han venido teniendo, interviniendo performativamente en las prácticas y los procesos colaborativos documentados y representados.
Título de comunicación: Dibujando objetos de campo: Se hace campo al “relatogramar”.
Panelista: Carla Boserman (BAU Centre de Disseny)
Las practicas artísticas y las culturas digitales son algunos de los lugares desde los que se están inventando, experimentando y prototipando otras formas de investigar. Prestando especial atención a formas de representación no sólo narrativas, no sólo lineales que permitan contar, facilitar, cuestionar, recoger y guardar procesos de investigación. Más que dibujar un método, se trata aquí de esbozar algunas preguntas sobre cómo ciertos dispositivos metodológicos dibujan y producen campo, o dicho de otra forma de cómo una metodología de registro y archivo puede producir objetos de estudio que reformulan con ellos los límites del campo. Y hacerlo a través del relato de un artefacto llamado relatograma, un dispositivo de escucha, un modo de afección con el campo, que nace al calor de una práctica de dibujo y arroja pequeñas escenas de forma gráfica y narrativa. Un objeto propio de la cultura del upload, que explora su potencial al convertirse en objeto en circulación, abundante y múltiple, que se intercambia, linkea y adjunta y es quizás en la capacidad de ser compartido donde adquiere su potencial. Una suerte de testigo modesto del tomar parte en lo común, que produce escena, pequeñas infraestructuras de la mirada que permiten divisar un panorama, esbozar un campo más abierto. Si tomamos lo experimental que nos da derecho al ensayo y los métodos que nos dan la posibilidad de dibujar mundos ¿qué tipo de campo se hace al relatogramar? Dibujo a dibujo emerge un entorno común que desde el cuidado material produce símbolos y afectividades, escenas donde se curan quizás los egos, porque si se trata de dar cuenta de un “lo que hay pasa”, lo que hay es lo que también nos pasa.
Título de comunicación: Una etnografía muy a lo bruto: Un opening de datos y material de campo salvajes.
Panelista: María Fernanda Moscoso
La comunicación que se propone representa una reflexión, a partir de un seminario-taller-experimental llevado a cabo entre octubre y noviembre en Intermedia-e, sobre los procesos de investigación etnográfica. Procesos que han sido abordados brutalmente, esto es, con la intención de destriparlos. Se ha sacado a la luz aquellos materiales en bruto que aún no han pasado por un proceso de sistematización y análisis, esto es, que no han dado lugar a ningún tipo de resultados. Entendemos que los materiales en bruto son aquellas notas, diarios, videos, fotografías, grabaciones, entrevistas, observaciones u objetos que han sido recolectados durante el trabajo de campo. Se trata de material salvaje. A lo largo de cinco sesiones de trabajo nos propusimos reflexionar, desde una perspectiva metodológica, sobre la investigación etnográfica en dos niveles: por una parte, intentamos pensar de qué hablamos cuando nos referimos a los procesos de investigación etnográfica (sobre el aprendizaje y la educación) inacabados o en ciernes. Esto es, sobre una etapa muy concreta del proceso de investigación que las prácticas académicas, obsesionadas por la presentación de unos resultados que se asumen asépticos y objetivos, suelen borrar. Y, por otra parte, invitamos a que la gente traiga su material etnográfico en bruto, lo exponga, lo muestre y lo comparta con el fin de pensar -siempre juntas- en análisis e interpretaciones probables e improbables.
Título de comunicación: Auto-borradores.
Panelista: Alberto Corsín Jiménez (CSIC)
‘Vemos’ una relación cuando redescribimos una forma empírica en los mismos términos que su expresión analítica. Son ‘relaciones sociales’ aquéllas que a un tiempo pueblan el mundo y lo explican. La relacionalidad es la analítica que funciona simultáneamente como explanandum y explanans. Eso explica su función epistémica: el trabajo del antropólogo consistía, precisamente, en relatar, dibujar una relación, que mediara entre las ‘relaciones empíricas’ y las ‘relaciones analíticas’. Las colaboraciones experimentales invitan a pensar otra forma de intermediación que la relacionalidad etnográfica clásica. En ellas nuestros informantes son también investigadores, obtienen y analizan datos, elaboran sus propias interpretaciones. Explanandum y explanans, ‘relación empírica’ y ‘relación analítica’, dejan de estar ‘relacionadas’ como venían haciendo hasta ahora. Las colaboraciones experimentales en las que yo he participado se organizan comúnmente en torno a prototipos o estados ‘borrador’: ej., diseños compartidos, en elaboración permanente, con temporalidades impredecibles. El borrador no designa tanto artefactos inacabados como herramientas abiertas, invitaciones perpetuas a la participación de terceros. Este tercero desconocido marca también los lindes del proyecto, haciéndolos borrosos y mudables. Las personas y las cosas entran y salen, confundiéndose identidades, trabajos e infraestructuras: ahora un colectivo, ahora una plataforma, ahora voluntarismo o encomienda. En este ‘auto-borrarse’ en que incurren personas, identidades, fronteras y materialidades, hallamos quizás una imagen para esa forma de relacionalidad que se da en las colaboraciones experimentales. Relacionalidad colaborativa y relacionalidad experimental: ahí encontramos sus momentos empírico y conceptual, respectivamente. Pero necesitamos una tercera relacionalidad que designe la forma epistémica de su gesto contemporáneo. Una relacionalidad que, quisiera sugerir, nos ha costado ‘ver’ porque se auto-borra
Título de comunicación: De antropóloga a evaluadora: reflexiones colaborativas en una etnografía escolar.
Panelista: Carmen Osuna (Dpto. Antropología Social y Cultural, UNED)
Durante dos años desarrollé observación participante en una escuela boliviana. Fue un tiempo intenso, de idas y venidas en un autobús escolar repleto de niñas, niños, maestras y maestros con los compartir invaluables momentos que iban directos a mi diario de campo: quién se había peleado con quién, a quién le gustaba quién o en qué se basaría el siguiente taller. Iba y venía a mi antojo entre aulas, cocina, reuniones de profesores y patio de recreo. No obstante, de vez en cuando hacía lo posible para que mi rol no se difuminara ni se (me) olvidara, yo era antropóloga y mi presencia continua en el espacio escolar correspondía a una finalidad muy concreta: analizar las prácticas sociales en relación a las nuevas políticas de educación intercultural. Pero esa distancia se vio desbordada en muchos momentos, principalmente cuando desarrollé, a petición del equipo directivo, una evaluación de la escuela. En esta contribución presentaré una práctica “etnográfica” que no elegí y que me fue casi impuesta, una práctica de reflexión colaborativa con estudiantes de entre 5 y 16 años que me demostraron, con una capacidad de (auto)crítica y debate fuera de toda expectativa, que el aula de una escuela semi-rural puede ser el más experto de los contextos. Paralelamente, pretendo analizar cuestiones relacionadas con el ir y venir de roles, compromisos y algún que otro dilema ético.